Todo el mundo dice que la edad es un estado mental, y en realidad así lo creo, pero no sé vosotras, pero cuando yo cumplí los cuarenta me sentó como un tiro a quemarropa.
Ya había dejado mi treintena, la época para hacer locuras, casarse o vivir con tu pareja, por ejemplo y lo que lo acompaña, la maternidad, que aunque sea la cosa más bonita que una mujer puede tener en esta vida, también hay que reconocer que es la cosa que más te cambia la vida. Tú como persona desapareces y todo se verá enfocado a tus hijos.
Yo con cuarenta y tantos ya me encuentro divorciada, sin trabajo y menos mal que con pareja, pero todo eso me ha ocurrido rozando los cuarenta y ya teniéndolos encima.
Gracias a Dios, los cuarenta de ahora son los treinta de antes y aunque muchas cosas cambian, yo aún espero ansiosa que me venga la menopausia para hacer con mi vida sexual lo que quiera y, que ya empiezo a tener de vez en cuando algún que otro sofoco.
Lo que está claro, es que la edad es un estado mental. Yo me siento tan joven como cuando tenía treinta y pocos y aunque soy joven ya entra una en el encuadre de las cuarentonas, que son más sexis, síii eso dicen los hombres, pero yo me veo cada día una arruguilla de más o un michelín que me sobresale. ¿Tendré baja la autoestima? Noo son los cuarenta.
El caso es que yo sigo teniendo las mismas ganas de juerga que antes, aunque mis responsabilidades no me dejen hacer locuras como yo quisiera. Sigo teniendo un cutis estupendo aunque las arrugas aparezcan y si me sobresale algún michelín, le echo la culpa a la barriga que eché durante mi embarazo.
Soy cuarentona, pero enteramente feliz de serlo porque lo he vivido.
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